El cilantro, una planta aromática tan amada como odiada.
El cilantro o coriandro, Coriandrum sativum, pertenece a la familia de las apiaceas al igual que la zanahoria, el nabo o el perejil, y pese al parecido físico con este último, su sabor es totalmente diferente.
Su origen no se conoce exactamente: Europa del este, norte de África o Europa del sur, lo que sí se sabe es que los griegos y los romanos lo utilizaban tanto como planta aromática para dar sabor a sus platos, como por sus múltiples beneficios, entre las propiedades del cilantro podemos destacar que es antiflamatoria, ayuda a aliviar los gases estomacales, es antiséptica, antifúngica, etc. Debido a esto, el cilantro puede considerarse una más dentro de las plantas medicinales.
Actualmente el consumo de esta planta aromática ha aumentado considerablemente. Pedro Díaz, responsable del puesto Verde que te quiero verde del Mercado de la Cebada nos comenta «el cilantro es una planta aromática presente en mi puesto cada día. Muchísima gente lo conoce y viene a comprarlo o para dar sabor a sus platos o porque lo han probado recientemente en algún restaurante «más moderno» y quieren darle ese toque especial«. Este puesto, al igual que otros muchos en el mercado, sirven pedidos a hostería y Pedro Díaz nos comentaba «creo que de todos los pedidos que me hacen para hostelería, rara es la vez que no lo incluyen«.
Está claro que nuestros paladares están cada vez más familiarizados con el cilantro. La actual oferta culinaria mucho más variada y multicultural que hace escasos diez años, hace que lo encontremos en platos cotidianos como guacamoles, ensaladas, ramen, ceviches, currys, etc. Y su sabor tan característico, hace que tenga un gran número de seguidores al igual que detractores.
Hay personas para las que encontrarse el cilantro en su comida es toda una pesadilla, su sabor les recuerda al jabón y se les hace imposible comerlo. Pero ¿hay alguna explicación del por qué de esta controversia con esta herbácea? La Vanguardia publicaba el pasado mes de noviembre en este artículo que «entre el 4 y el 14% de la población tendría una especie de configuración de genes “anti-cilantro». Sería el gen OR6A2 el que detecta el sabor de los aldehídos, unos compuestos orgánicos presentes en la hoja del cilantro pero también en jabones y perfumes. Quienes tienen ese gen no pueden disfrutar de una sopa thai o un guacamole… seguramente les sabe todo a jabón.»
Así que ya sabes cuál es el motivo. Y tú, ¿lo amas o lo odias?
Déjanos tu comentarios y dinos en qué platos te gusta más.