El croissant es una de las piezas de bolletía más populares de la panaderia francesa pero ¿Sabías que en realidad nació en Austria? Sigue leyendo y entérate del pasado, presente y futuro del croissant.
EL KIPFERL (AUSTRIA 1683): SÍMBOLO DE VICTORIA
En 1683 la ciudad de Viena estaba siendo atacada por el imperio Otomano. Como la ciudad estaba rodeada por murallas, el ejercito turco no podía avanzar, así que decidió sitiar Viena para matar de hambre a los ciudadanos. Después de meses de sitio, los 200.000 soldados otomanos se propusieron cavar túneles bajo la muralla para invadir por sorpresa en mitad de la noche. Sin embargo, el ejercito no contó con los panaderos austriacos que trabajaban en turno nocturno y que dieron voz de alarma a los defensores. Finalmente, con la ayuda del rey Juan III de Polonia, los turcos fueron derrotados.
Para celebrar el fin de la lucha, varios panaderos de Viena amasaron unos pastelitos con la forma de una media luna, en referencia a los símbolos de los estandartes de los enemigos vencidos. A este tipo de bollo se le llamó Kipferl, en alemán media luna y se siguió preparando cada año para conmemorar la victoria de 1683.
EL CROISSANT (PARÍS 1770): ANTOJO REAL
En 1770 María Antonieta introdujo la pastelería austriaca en la corte de Versalles de Luis XVI. La reina, extrañando la repostería de su país de origen, hizo traer a Francia diferentes dulces entre el que se encontraba el Kipferl. Este acabó llamándose croissant convirtiéndose en un icono de la panadería francesa.
EL CRONUT(2013): EL HÍBRIDO AMERICANO
En 2013 el chef Dominique Ansel creó, haciendo gala de sus raíces francesas, un híbrido entre la berlina y el croissant: el cronut. Lo puso a la venta en su pastelería del Soho de Nueva York y pronto cosechó seguidores. Hoy en día es difícil hacerse con uno de estos populares dulces sin hacer cola (incluso antes de la apertura del local)