Cuántas veces habremos oído, e incluso proclamado, las ventajas de nuestra tradicional dieta mediterránea, sin embargo, hace tiempo que venimos excluyéndola de nuestros menús diarios. Tiene lógica, nuestras vidas son mucho más sedentarias que las de nuestros abuelos, vivimos delante de un ordenador y el ejercicio físico queda relegado, en el mejor de los casos, a las horas de gimnasio. Pero lo verdaderamente curioso es que hemos pasado de un extremo al otro y en la actualidad nuestra ingesta de calorías diarias es insuficiente para alcanzar el justo equilibro en nuestro balance energético, sin embargo, la mitad de la población adulta y un tercio de los niños y adolescentes presentan sobrepeso. ¿Cómo es posible? La respuesta es sencilla, nuestra dieta no es equilibrada: Los españoles ingerimos de media una cantidad insuficiente de energía proveniente de los hidratos de carbono mientras que sobrepasamos el consumo de proteínas y grasas recomendadas. Debemos tener en cuenta que todos los grupos alimenticios son igualmente necesarios y su calidad y procedencia son tan importantes como la cantidad que pongamos en nuestros platos. No por ingerir menos calorías mantenemos nuestra línea, en realidad, lo importante es mantener un equilibrio energético saludable, lo que significa poner en una balanza, de un lado, una alimentación equilibrada, y del otro, ejercicio físico suficiente.
¿Qué fue de nuestra dieta mediterránea?
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