Seguro que te ha pasado: abres el frigo, miras lo que hay dentro, intentas recordar desde cuándo llevan ahí esos huevos e inmediatamente dudas de si aún estarán frescos.
No solo que haya pasado mucho tiempo, también las malas condiciones de conservación: cambios bruscos de temperatura, el calor, la excesiva humedad, por ejemplo, pueden estropear los huevos.
Es importante saber si el huevo está fresco antes de utilizarlo para una receta o para consumirlo tras cualquier preparación. Debido a que su cáscara es porosa y pueden filtrarse por ella microorganismos perjudiciales para nuestra salud cuya ingesta puede incluso provocarnos una intoxicación, en un primer vistazo, debemos asegurarnos de que la cáscara no esté rota o demasiado sucia y si no es así, desecharlo inmediatamente.
Una vez comprobemos el perfecto estado de la cáscara pondremos el huevo a trasluz y lo agitaremos de manera circular, en un huevo fresco la yema debe permanecer centrada durante el movimiento. De hecho, la yema debe permanecer centrada y compactada incluso después de ser cocido.
Otra manera muy simple de comprobar el buen estado de un huevo es sencillamente sumergirlo en agua, si se hunde es que está fresco, si flota está malo y no se puede consumir.
Muy sencillo y muy seguro
Una cuestión de huevos
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